Coincidencias

Debería estar traduciendo. Esta semana, así como por cambiarme la rutina, a mi jefa se le ocurrió mandarme un archivo con puras palabrotas químicas. Formulas, articulos de laboratorio, sustancias, procesos, qué se yo, todo lo que se les ocurra. Y estaba, agotada de puro mirar la página, descansando un rato y me topé con el club de la comedia. Con el cual me reí silenciosamente porque como que la carcajada se me atoraba en la garganta al no tener nadie al lado que me acompañara en la explosión irrisoria.
Eso derivó en que actualizara mi estado en facebook. Eso llevó a que un compañerito de la U me contestara en facebook, lo que me llevó a ver la actualización de estado de otro compañerito, lo que finalmente me llevó a pensar en que la vida y la química algo deben tener de similar.

Todos los días llego a la universidad siendo la más vieja de mis compañeros. Todos los días siento esta relación de amor-odio. Todos los días siento que aprendo demasiado, pero que al mismo tiempo podría ir mucho más rápido y que en parte, estoy perdiendo el tiempo. Todos los días me siento extraña, pero al mismo tiempo agradecida y feliz y llena y confundida y estresada. Sí, todas esas cosas.

Y a veces miro para el lado y me doy cuenta de que las personas con las que me he topado, estos niños, y siento que a pesar de la distancia de madurez y emocional, he podido crear ciertos lazos. Hay cariño. Ellos saben quien soy, a veces, mejor que yo. En dos años ya aprendieron a predecirme, a respetarme, a discutirme, ayudarme y a reirse conmigo. Confieso que en general me cuesta entenderlos, vengo de un regimen en casa que es bastante a lo tough-love y ya llevo unos buenos años trabajando, y entiendo el ritmo que esto requiere. Ellos, en cambio, son unos niños y vienen de no sé dónde, pero no les exigían ni exigen nada. Uno les dice tarea y se vuelven locos, reclaman y lloriquean. Y así nos vamos, ellos lloriqueando y yo con mi regimen militar aguantando todas las balas como si nada, porque así se tiene que hacer y punto.

Pero de vez en cuando, algo pasa. De vez en cuando nos miramos a los ojos, y nos entendemos. A veces nos contamos cosas y somos como amigos de esos de los que se tienen pocos. A veces me dejan estar ahí en algún mal momento y darles un abrazo. A veces entiendo que las coincidencias no son tales, no es que todo pase por algo, pero hey... la vida calza como un puzle perfecto. Entonces a veces siento que ellos me han reconectado con un lado emocional que suelo dejar de lado, y que ellos me dejan a veces tomarlos de la mano y enseñarles a cruzar la calle... bueno... la calle de la vida. Otras veces son ellos los que con un empujón me enseñan a mi, que soy dificil de tomar por la mano y guiar.

Entonces, ¿cómo no voy a estar agradecida?

La vida da mil vueltas y te permite estar en todos lados. En el del niño y en el del viejo, siendo la gran perra de la vida o María la madre de Dios. A veces eres Dios también y puedes agarrar dos elementos y mezclarlos y crear algo. O tomar una cámara y recrear la vida. O puedes llorar como un niño, o ser la persona que acoge a alguien que llora como niño.

Yo me río mientras lloro y lloro de felicidad. Un minuto estoy llena de rabia y otro llena de paz. Y así. Y al final del día me gano los porotos traduciendo químicos y grabando a mi sobrina sonriendo mientras encumbra un volantín que apenas se ve en el cielo.

Enjoy.