Calma, todo está en calma

Me hace falta meditar.
Me hace falta darme tiempo.
Me hace falta pensar.
Me hace falta amar.
Me hace falta respetar.
Me hace falta escribir.
Me hace falta llorar.
Me hace falta gritar, correr, bailar, saltar.
Me hace falta tocar guitarra y cantar.
Me hace falta mirarme.
Me hace falta sentirme.
Me hace falta escucharme.
Me hace falta mi soledad acompañada de mi misma.
Me hace falta nadar.
Me hace falta la luz del sol.
Me hace falta el sonido de las ojas trizandose bajo mis pies.
Me hace falta reir sola.
Me hace falta reir acompañada.
Me hace falta entereza.
Me hace falta valentía.
Me hace falta la playa y el ruido de las olas.
Me hace falta mi familia.
Me hacen falta mis amigos.
Me hace falta más pasto y menos cemento.
Me hacen falta más árbolitos.
Me hace falta una flor.
Me hace falta una hoja en blanco.
Me hace falta fumarme uno y tirarme a la piscina.
Me hacen falta mis epifanías múltiples como múltiples orgasmos.
Me hace falta más teatro, más cine, más conciertos.
Me hace falta un vaso de agua.
Me hace falta jugar con mi sobrina.
Me hace falta jugar a las cartas o al bachillerato.
Me hace falta hacerle cariño a mi perro... y a mi conejo.
Me hace falta caminar.
Me hace falta sudar.
Me hace falta sonreirle a la gente en la calle.
Me hace falta esperar.
Me hace falta paciencia.
Me hace falta paz.
Me hace falta crear.
Me hace falta doler.
Me hace falta oler... a caca... o a rosas... pero algo.
Me hace falta un brillo en los ojos.
Me hace falta autistearme.
Me hace falta pelear y reconciliarme.

Y me hace falta:
agradecer