Fiat Pali Celeste

Ellas se suben al auto.
Una de ellas maneja, la otra cambia la música.
Luz roja, semáforo, se miran.

Luz verde, parten. La que estaba cambiando la música le pone la mano en la pierna a la que maneja y le hace cariño delicadamente. La que maneja sigue manejando.

No se ponen de acuerdo en qué escuchar. Comienzan a molestarse sobre los gustos musicales y se ríen mientras se odian/aman durante unos segundos. Finalmente hay acuerdo. Ambas tranzan.

Se produce un silencio. La que maneja libera su mano derecha y le toma la mano a quien ponía la música.

Paran en una calle, se estacionan. El auto se inunda de luz anaranjada. Llueve, así que los vidrios se tapan con gotas. Conversan, mientras una de ellas enrolla. Sigue la conversación y comienzan las risas. Carcajadas. Silencio. No se miran. Se toman de la mano, juegan con los dedos, sin mirarse. Miran al suelo. Miran hacia afuera. No lo dicen. No dicen nada. No se miran. Comienzan a conversar de nuevo. El auto lleno de gotas, un poco empañado y lleno de un naranja incómodo. Ellas ríen y no les importan las gotas, ni la lluvia, ni lo feo de los colores que las rodean.
Una abraza a la otra. Se dan un beso. Se toman las caras con las manos mientras se dan ese beso. Ella le acaricia el pelo y ella la mejilla con sus pulgares. La música tampoco importa mucho ya. Abren los ojos y se miran. No se mueven.
No se mueven.

Ella, que iba manejando se acomoda, mira hacia adelante, la mira a ella, ella se acomoda, se pone el cinturón, y cambia la música de nuevo. Ella prende el auto, despeja el vidrio de toda gota enciende las luces -lo que acaba con el anaranjado incómodo, feo- y parte.