El día en que quedó la cagá

Eramos amigas hacía tiempo.
Yo siempre la había admirado, ella era (es) seca, sabía mucho, tenía un humor muy irónico que a veces incluso me dejaba descolocada. Yo asumía que ella no me tenía mucha estima, que ni siquiera me conocía muy bien, que yo pertenecía más bien al paisaje de su mundo.
Y ese día, ese día en particular, no otro... -no cuando mi viejo se fue de viaje y no lo vi durante meses, no cuando salí del closet con el resto de las amigas del grupo, no cuando conocí a mi primer amor, ni cuando entre a mi tercera carrera- ese día

me miró.
Sé qué me vio.
Me vio distinto.
El resto de nosotras conversabamos y tomabamos
pero yo sentía esa mirada pesada, cargada
que me estaba dando.

Cargada de algo que no supe distinguir.
Creo que fue cuando se dio cuenta de quién era yo. Porque nos entendíamos... nos reíamos de las mismas idioteces, yo me reía de sus chistes nazis... y ella de mis chistes nazis...
Me molestaba por mi indiferencia.
Me comentaba asuntos lingüisticos irrelevantes, pero interesantes.
Y mientras yo intentaba concentrarme en las otras conversaciones, sentía su mirada.
Pesada.
Como si buscara algo y no lograse encontrarlo.

Ellos lo vieron.
Lo sé.
Yo no quería que lo vieran ni que lo sintieran.
Así que me hacía la tonta, aquinopasanada,cabros.
Sorbeteaba de mi ron y me reía de las bromas estúpidas de alguien (cualquiera de nosotros).

Entonces lo pensé.
Lo vi.
No lo imaginé, no el momento exacto, pero sí las consecuencias.
Y no me gustó lo que vi.
Me dio pánico. Lo pensé inverosimil y forzado: "a estas alturas?".
Sentí su distancia,
viví el olvido,
y me incomodé ante la sola idea de pensar en lo que estaba pensando.
Era obvio que con algo así podría quedar la cagá... y que yo
iba a salir abandonada de esa experiencia.

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