Hoy, estoy frustrada. Me siento pasada a llevar, pisoteada, humillada. Hoy me echaron de la librería en la que trabajaba. Para los que leen o son asiduos a las librerías, bien sabrán que hay una librería que está de moda, que es ondera, donde van los famosos, que tiene tocatas los viernes con nuevos trovadores chilenos, es atendida por el dueño, tiene 4 niveles y hasta sillones para que los clientes que van, se sienten a hojear sus libros.
Trabajé en esa librería por cerca de 4 meses. Antes, había trabajado en la sucursal de la misma librería que esta ubicada en Vitacura. Cerca de 7 meses. Un día me aparecí por la de Provi y el mismo dueño, me dijo "hey, vas a trabajar cuando nos cambiemos?"... yo con una sonrisa gigante (porque amo los libros, las letras, la literatura), contesté que sí. Me gusta trabajar en librería... es entretenido. Puedes leer y puedes conocer gente y recomendar libros, y no hay satisfacción más grande que cuando un cliente que se acerca a uno en busca de una brújula literaria, se lleva un buen libro bajo el brazo, emocionado y esperanzado porque podrá leer algo que le removerá las entrañas. Es lindo eso. Cuando un libro que te removió las entrañas, se lo recomiendas a alguien y le pasa lo mismo. Aún más gratificante es cuando ese cliente vuelve con una sonrisa en su cara se acerca de nuevo a ti, y te dice "me encantó el libro, recomiendame otro".
Como verán, a mi me gustaba mi trabajo. Lo hacía feliz. Me hacía feliz. Al menos en Vitacura. Esta vez, me tocó trabajar con el dueño. Un hombre que lo tiene todo, tiene dinero (sé que lo tiene, trabajé de cajera a veces), tiene popularidad (se codeaba con los famosos engrupidos que iban a comprarle libros), tiene una linda familia con niños y su esposa linda y atractiva, y tiene mujeres que se lo jotean. Sale en la tele, hablando de libros (que imagino que es lo que le apasiona), tiene un programa de radio hablando de libros (idem) y, sin embargo, es un hombre que a ratos se tira en los sillones que tiene para sus clientes y maldice su vida, que "vendería la librería ahora ya". Un hombre que se alimenta de humillar a sus pares, a través de "broooooooomas, oh". Un hombre que millones de veces me "molestó" no solo ante mis compañeros de trabajo sino también frente a clientes por mi sexualidad (no sean ignorantes homofobos-encubiertos NO es una "opción", weas -si fuera una "opción" no optaría por la "opción" que contempla el camino más dificil en este puto país limítrofe emocional) con comentarios del tipo "enfermita", "vuelve al camino del bien", "anda a curarte", "jajaja, pero en una de esas, puedes recaer con alguno de los que trabajan acá... quién sabe", "el hombrecito" (de nuevo, comentarios homofobos ignorantes... soy bien mujercita y me encanta serlo - no pienso ni siento ni me excito como un hombre).
Yo... aguanté. Aguanté por que amaba la pega. Porque compensaba con mis compañeros, con los clientes buena onda, con las miserables lucas que me pagaban porque las necesito para estudiar; porque me podía correr del lado de ese personaje y ya no me importaban sus comentarios.
En la librería, no me tenían contrato, no me pagaban suficiente, ni siquiera había sillas suficientes para sentarse a descansar. Cuando el dueño se enoja, te humilla frente a todos, sea porque de verdad te equivocaste, o por que algo le pasó y fuiste lo que se le cruzó (a mi en una oportunidad, me retó por hablar con una de mis compañeras... a la cual tenía al frente y me hacía preguntas, mientras estabamos paradas en la puerta esperando que vinieran clientes. Ah! y a ella... no le dijo nada).
Y bueno... el sábado tenía que ir... y no fui. Lo llamé con antelación, le dije que no podía ir y me dijo que ya, que niun problema. Y yo, la pelotuda, lo llamé el domingo, para saber si necesitaba que fuera, para compensarle por el sábado... y me dijo que no. "Ven en la semana y conversamos", me dijo. Y yo, la pelotuda (sí, así tan pelotuda) le dije: "dale, y nos vemos el sábado también". A lo que me respondió "No. Ven en la semana y hablamos".
Hoy es "la semana". Y fui. Y me echó: "Ya no necesitamos que vengas los sábados... tu cachai poh". Yo no cachaba, así que pregunté. "Es que tu no puedes venir los sábados", dijo. "Pero sí puedo, he faltado una sola vez... hasta te ofrecí venir los domingos... solo este sábado no pude... qué injusto". Y se rió. En mi cara. No con carcajadas, sino esa sonrisita contenida de los hijosdeputa que no son capaces de decirte en la cara las cosas como son... que me estaba echando, porque hacía unas semanas una francesita rica (sic) había ido a dejar un curriculum y tenían que meterla en algún horario (sic, de nuevo). Me dijo, "no, no es injusto... nosotros (él... y sus amigos imaginarios... o su ego) no podemos aguantar que no vengas". No quise seguir arrastrandome... porque ya era demasiado, así que le dije "dale... chao". Y me di media vuelta y me fui. Ni siquiera esperé mi plata por los sábados trabajados de este mes, ni nada.
Así que hoy...
me siento humillada,
pasada a llevar,
se me juntaron todas las cosas que aguanté
por nada
y me dolió.
No por sus "bromas" o sus retos injustificados... sino
por que no fue honesto,
por que hace rato que estaba esperando algún error no forzado mío...
porque la pega... me gustaba.
De verdad... me gustaba...
mapas mundo
Hace 13 años
2 commentarios:
Javi, a la mierda con hijosdeputa como ése...ni tú ni nadie merece ese trato.
pucha...
que lata
Tenías muchos peros, rabias, o cosas por el estilo, así que es bueno salir de un lugar donde uno no está bien. Osea, vale la pena seguir trabajando en un lugar donde te echan así, de esa manera tan baja? Yo creo que no.
Tu vida va ahora para otra parte...
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