Writing to reach you

Te has convertido en un vacío. Uno que no sé cómo llenar. Siento un hoyo en el pecho y si observas, sin mucha atención, lo puedes ver claramente. Como un muro al que le faltan ladrillos. Eso eres: las piezas faltantes del puzle que soy yo, los ladrillos caídos de un muro cansado. ¿Será que nos convertimos en eso? ¿En cimientos cansados de sostener edificios antiguos? ¿Ruinas? Recuerdo tu sonrisa o el sonido de tu risa o tu mirada o tu cara traviesa de cuando me pedías que te mimara y se me aprieta el cuerpo. Se me aprieta tanto que aparece una puntada en mi cabeza. Una puntada que me cruza el cráneo desde el ojo hasta la nuca. Como si tu alma viniera a abrirme para ver qué fue lo pasó. ¿Qué pasó?, te preguntarás. Nos amábamos tanto que nos aterraba perdernos y nos convertimos en pequeños escorpiones suicidándonos lentamente. Cada pelea, cada discusión, cada exigencia un poco de veneno. Luego sacábamos el aguijón, dejaba de doler y quedabamos atontadas, como dormidas. Agonizantes. Y así continuábamos. Otro conflicto pequeño, otra discusión, queríamos algo de la otra, queríamos probar nuestro amor y, en lugar de eso, lo íbamos matando. O quizás peor. No era eso lo que moría, sino nosotras mismas. Eras mi vida y yo la tuya, pero no sabíamos respetar ni honrar siquiera la vida propia.

Sabemos que el amor no murió, ¿cierto?. No de inmediato, al menos. Sé que tu lo sientes todavía. Sabes lo que me ha costado no volver a caer en este suicidio mutuo. Aunque no creo que sepas de todas las veces que fantaseé con ir a buscarte a la salida de la universidad, con un ramo de rosas rojas gigante, con un los brazos abiertos y un pito para invitarte a abrir nuestras almas, sueños y corazones, o cuántas veces estuve a punto de ir a buscarte a tu casa. Así... yo... sin flores ni pitos ni nada. Solo yo. Toda yo. Ir y ofrecerme sin adornos, de nuevo, todo lo que soy. Entregarme a tus brazos, a tus cariños, a tus ojos de niña, puros y bondadosos. Ofrecerme sin más. Pedirte que por favor olvidaras mis errores, mi falta de juicio, mi impulsividad, y que me recibieras, una vez más. Una vez más. Todo de nuevo una vez más. Una vez más empezar de cero. Con todas las heridas a cuesta, con todos los dolores como fantasmas acosandonos. Sabes que te amé más que a nada y que di todo lo que tenía y que hubiera dado incluso lo que me faltaba por tener por nosotras. Sé que tu también lo hacías.

Teníamos, tuvimos, tanto miedo siempre. Tanto miedo de perdernos la una a la otra. Ese tesoro encontrado por casualidad, lo más preciado que teníamos: tu amor, mi amor. No sé si reirme o llorar con la triste ironía: en este intento por mantenernos juntas para siempre, lo único que logramos fue separarnos. Y sé que fue mi decisión en principio, pero hace tan solo unos días tu también pediste distancia, que me alejara, que te olvidara, que no te hablara y te desapareciera de mis recuerdos, de mis deseos, de is tristezas o alegrías, de mis preocupaciones y aprensiones.
De mi vida.

Es dificil hacerlo, ¿sabes?. Seguro que lo sabes, pequeña. Seguro que te duele tanto como a mi, todos los días, todo el día. Seguro que tu tampoco puedes parar las lágrimas o cambiar la radio cuando suenan esas canciones o cerrar los ojos cuando ves nuestras fotos, mi imagen, tu imagen junto a la mia... "nosotras". Es dificil olvidar tanto tiempo, tantos sueños. Es casi imposible sacarte de mi corazón... es más... no sé si lo lograré algún día y no sé si quiero lograrlo tampoco. Quiero guardarte -guardarnos-, cobijarte dentro de mi toda la vida. Quedarme con "nosotras" dentro hasta mi muerte. Sé que tu no quieres hacer eso conmigo, pero está bien. No lo esperaba, de todos modos.

Lo que más me duele es el saber. Sé que podriamos haber sido felices. Más de lo que lo eramos. Podríamos no haber sido unas cobardes y habernos amado de verdad, podriamos haber hablado y haberlo evitado. Podríamos haber evitado el suicidio. Tu eras para mi y yo era para ti. Eramos tan simples, y sin embargo nuestra simpleza contenía tantas capas incomprensibles. Hubiera querido saber todo lo que sé ahora. Hubiera querido entenderte y entender tu amor y tu libertad, pero era ignorante - y creo que aun lo soy. No sabía, no supe. Supongo que tu tampoco supiste.
Hoy me dices que nuestros temas no se pueden resolver estando separadas y yo me castigo pensando en que desperdicié la oportunidad de tenerte a mi lado, de ser feliz al lado de esa unica persona que me importaba en todo el mundo. Hermosa mujer, fuimos felices, tan felices que nos encandilamos y dejamos que nuestras diferencias, nuestros miedos y nuestras heridas crecieran como maleza; y es que estando juntas, tampoco pudimos abrir los ojos suficiente como para ver.
Hoy, por las noches tu nombre se me viene a la boca en forma de silabas sueltas, sonidos inconclusos. Hasta que, como una valvula, tengo que dejar que salga para no atragantarme con tu recuerdo, y mis lágrimas.

¿Cuánto queda de nuestro amor? ¿Cuanto estaríamos dispuestas a dar de nuevo? ¿Hasta donde llegaríamos con nuestro amor suicida... mi amor?

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